domingo, 1 de junio de 2008

Oh, oui

Verano. Patio Bullrich. Hora de almuerzo.

Curioseando los menúes de los pocos locales, mi mirada chocó con otra. Sostuvimos ese contacto por unos segundos hasta que, de manera un poco torpe, bajé la vista avergonzada.
Así y todo no pude desprenderme de su cara durante el rato siguiente.
Mi grupo y yo nos sentamos. Yo, claro, sin perderlo de vista. El se ubicó en una mesa no muy cerca pero estratégicamente sentado para mirarme cada tanto.
Fue un almuerzo incómodo y forzado. No podía concentrarme en la charla. Yo quería concentrarme en él.

Nuestra hora pasó rápido, como siempre. Nos levantábamos de la mesa y yo sentía que la esperanza se iba un poco conmigo.
Nos alejamos. Subimos a la escalera mecánica. Como si el impulso más estúpido se hubiese apoderado de mí, saqué una tarjeta personal de mi billetera con el corazón dando un brinco, anoté algo rápido y envié a uno de los que estaba conmigo para que se la diera a él. Amé a mi amigo porque fue sin dudarlo.
Le pregunté si había dicho algo, cómo era. Quería saber también cómo olía, si se rió, todo. Mi amigo no es un gran hablador, sólo comentó al pasar que hablaba raro, en un castellano forzado.

La tarjeta decía.
''Soy Sofía. Hoy a las 23 hs. vamos estar en XXXX. Vienen?

El día pasó y llegó la noche y el bar y los tragos. Miré mucho la puerta. Creo que miré más la puerta que otra cosa mientras pasaban los minutos.
Debo decir que tenía la esperanza de verlo y también la certeza de que nunca iría.

Pero la certeza me falló porque no mucho más tarde, lo vi entrar.

El tiempo se detuvo, creo que casi me desmayo. Tímidamente se acercó hasta mí y me dijo: ''Hola''.

Hablaba raro. Sus amigos saludaron también y se sentaron alrededor. Nosotros quedamos muy cerca. Incómoda pregunté tonterías para romper el hielo. De dónde eran, qué hacían en Bs. As. También qué hacían almorzando en el mismo lugar que yo, etc. Los otros no hablaron mucho. Mejor dicho, casi no hablaron. Se notaba que estaban ahí por su amigo y yo agradecida.

N. y yo tuvimos un romance breve y maravilloso. Duró unos días. Sólo el tiempo que tuvo que quedarse en Bs. As.

El día a día se hace difícil de recordar y detallar. Sólo rescaté lo importante (e incluso es más divertido para leer).

- El amor puede presentarse de cualquier forma y lo constaté. No fue calentura, eh. Hubiese sido su novia sin dudarlo.
- Después del episodio en el patio de comidas, decidí jugarme siempre. Uno nunca sabe...
- Tuve que remarla mucho para que no pensara que me lo quería c... (solamente)
- Desayuné en el Intercontinental durante 3 días (de arriba total).
- Tuve maratón de insomnio. Me quedé dormida frente a Mariano Zabaleta.
- Fue uno de los mejores amantes que tuve
- Además de su profesión, cantaba y tocaba la guitarra como los dioses. Entre nos, creo que le puso fichas a la carrera equivocada
- Nos dimos el primer beso el día 2.
- Todas las ''r'' eran ''g'' y puteaba mucho en español. Me reía cada vez que decía ''forro'' (foggo).
- Me enseñó a decir hijo de puta en francés y también me advirtió que es una puteada terrible, mucho peor que acá
- No le gustaba la música en español, sólo ''Los auténticos decadentes''. A vos te parece?
- Se bañaba muchas veces por día pero no usaba desodorante ni perfume. No olía mal, eh.
- Sinceramente, no podía creer lo lindo que era
- Lo llevé a todas las parrillas de Bs. As.
- Me contó muchas cosas del estilo ''Intrusos'' de algunas personas (a quién no le gusta ese chusmerío?)
- El único recuerdo que me quedó de él es una gorra blanca

Aunque él no lo supo. Fue el clavo que sacó a otro. Otro día les contaré esa historia.

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